En el momento perdido. En el suspiro arrancado a medias. En tu mano crispada sobre otro cuerpo. Es donde mueren mis oraciones.
Donde la duda atormenta a mi oído.Y este sangra de mentiras . Me miras y no sé qué decir. Estoy demasiado ebria para articular palabras completas. Demasiado abatida. Lo sé todo, balbuceo.Y tú miras el techo. En silencio.
Otra vez te hundes en ese silencio que nos destruye, pienso. Pero no digo nada. La habitación se agiganta. Los niños duermen sobre la cama. Están junto a mí, pero siento que no podría tocarlos estirando mi mano. Los minutos se mueven como locos sobre nuestras cabezas. Cuántos son: Diez, quince, dos.No lo sé con certeza. Parecen años entre mirada y mirada.
Intento levantarme de la cama. Pero ni un solo músculo responde a mis órdenes. Lo sé todo, grito .Y tú continúas sentado con la cara hundida en las manos.
Estás borracha, dices y me miras con estupor. Como si la culpa fuera mía. Como si no importara ver nuestra casa regada de botellas vacías. Después de que tú lo has destruído todo Un impulso. Un solo impulso y saltaría sobre ti con manos y pies preparados para lo peor.Para hacerte daño. Para que tu cuerpo herido se pareciera un poco a mi corazón. A mi vida.
Me ayudas a levantarme y me conduces al baño.Trato de soltarme, pero mi cuerpo se ordena solo. Me mojas la cara y me peinas un poco.
Estás borracha, repites. Como si mi falta borrara todos tus crímenes.Como si el verme indigna expiara tus culpas. Esto no va a servirte de nada, pienso. En mi siguiente pensamiento ya estoy acostada en la cama. Es de día y la habitación parece distinta.
Te escucho en la cocina. Respirando. Tocándolo todo con tus manos sucias. Apareces sonriente con una taza de café en tus manos.
Qué borrachera la de anoche, dices con voz de padre cariñoso. Sonriendo complaciente. Y un solo movimiento me es permitido entonces.Una sola reacción es posible para mi cuerpo deslavado. El café cae en tu rostro mojándote la cara.Goteando por tu camisa como lágrimas putrefactas.
Y mientras te lavas en el baño intentando aplacar el dolor Pienso que eres afortunado.Porque mi dolor no pasará con el chorro del baño. Y me alegro de haberte borrado esa sonrisa de la cara.
Donde la duda atormenta a mi oído.Y este sangra de mentiras . Me miras y no sé qué decir. Estoy demasiado ebria para articular palabras completas. Demasiado abatida. Lo sé todo, balbuceo.Y tú miras el techo. En silencio.
Otra vez te hundes en ese silencio que nos destruye, pienso. Pero no digo nada. La habitación se agiganta. Los niños duermen sobre la cama. Están junto a mí, pero siento que no podría tocarlos estirando mi mano. Los minutos se mueven como locos sobre nuestras cabezas. Cuántos son: Diez, quince, dos.No lo sé con certeza. Parecen años entre mirada y mirada.
Intento levantarme de la cama. Pero ni un solo músculo responde a mis órdenes. Lo sé todo, grito .Y tú continúas sentado con la cara hundida en las manos.
Estás borracha, dices y me miras con estupor. Como si la culpa fuera mía. Como si no importara ver nuestra casa regada de botellas vacías. Después de que tú lo has destruído todo Un impulso. Un solo impulso y saltaría sobre ti con manos y pies preparados para lo peor.Para hacerte daño. Para que tu cuerpo herido se pareciera un poco a mi corazón. A mi vida.
Me ayudas a levantarme y me conduces al baño.Trato de soltarme, pero mi cuerpo se ordena solo. Me mojas la cara y me peinas un poco.
Estás borracha, repites. Como si mi falta borrara todos tus crímenes.Como si el verme indigna expiara tus culpas. Esto no va a servirte de nada, pienso. En mi siguiente pensamiento ya estoy acostada en la cama. Es de día y la habitación parece distinta.
Te escucho en la cocina. Respirando. Tocándolo todo con tus manos sucias. Apareces sonriente con una taza de café en tus manos.
Qué borrachera la de anoche, dices con voz de padre cariñoso. Sonriendo complaciente. Y un solo movimiento me es permitido entonces.Una sola reacción es posible para mi cuerpo deslavado. El café cae en tu rostro mojándote la cara.Goteando por tu camisa como lágrimas putrefactas.
Y mientras te lavas en el baño intentando aplacar el dolor Pienso que eres afortunado.Porque mi dolor no pasará con el chorro del baño. Y me alegro de haberte borrado esa sonrisa de la cara.
Julie London y una de las mejores canciones de revancha: Cry me a river
1 Comments:
Ufff, qué final. "Y me alegra borrarte esa sonrisa de la cara".
Potente, potente. Me lo quiero robar.
Besos querida.
Y nos vemos pronto, para otra cerveza helada. Es la época.
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